El espacio del suelo se llenó de viento trayendo una hoja aún verdosa (quién sabe de qué árbol) que por esas cosas (que tampoco sabré) termina posándose en mi pie izquierdo.
Una niña de rosadas mejillas la recoje y se va a toda carrera con una amplia sonrisa.
Todo tuvo más sentido entonces...
4 comentarios:
Ah, si, ahora si.
Totalmente. Si no se puede ver la felicidad en las pequeñas cosas, difícilmente se pueda saber de qué se trata el amor.
esa primera oración buenísima.
Se agradece, David!
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