Y parece que todo tiene un porqué, aunque muchas veces no le demos pelota y nos quedemos en nuestras trece -la gran mayoría, por cierto-.
De hecho hace un tiempo estuve viajando a mis pagos por un tema serio de salud de mi abuelo alrededor de 10 días, luego un par de veces más un tanto con plazos más cortitos, una de las cuales derivó en poder ayudar a mi vieja a realizar los trámites para cobrar su pensión -que no venía nada mal-.
La cuestión es que entre medio de todo el barullo me llamaron. Sí. Una entrevista. Una más, por supuesto.
Que derivó en una segunda al día siguiente. (?!)
Que derivó en empezar el martes de la semana siguiente. (!)
Administrativo (POR FIN!) para hacer experiencia y demás, con un volumen de laburo importante. Monetariamente no es Woooooooowwwww además de algún inconveniente no menor -que puedo solucionar por mi parte-, pero también tiene algunos beneficios (comedor en planta, etc) que compensan un tanto.
Lo loco es que resultó ser en el mismo edificio de microcentro donde laburé durante 4 años, pero gracias a Dios la gente que en ese momento eran mis jefes volaron de sendos voleos en el (ahí), según me enteré por ex-compañeros, lo que me hace reforzar la idea de que en su momento no estaba tan loco al mandarlos a paseo.
Ya llevo un par de semanas y por suerte el clima es bueno, la gente es razonable y todos tiran para el mismo lado (o algo de eso) y en general no hay víboras, aunque ya identifiqué un par.
Les quería contar esto ya que me pareció importante. En otras oportunidades les tiré alguna pálida, pero hoy es distinto. Al menos para mí.
