miércoles, 21 de octubre de 2009

Rostros

"Cuando es el mismo sentimiento
quien provoca pánico y desvelos,
felicidad, deseo y remordimiento,
sé que pensarás en el porqué.

No lo descubras por favor,
deja que permanezca
en las sombras de la tinta
con que escribes su nombre..."

jueves, 15 de octubre de 2009

Words, only words

Seco.

ojos, alma, lengua.

Tierra.

grietas, sombra, páramo.

Aire.

frío, invisible, cortante.

Tiempo.

ausente, infinito, inevitable.

Tú.

ya, soledad, esperanza.

Yo.

nada...

jueves, 8 de octubre de 2009

... y él (relato)

Es su hermano.

Me contaron una vez (no hace mucho) que los vieron juntos, mirándose fijamente sin emitir palabra. Este hecho llamó mucho la atención, ya que no son muchas las veces que los encuentra una misma persona en tal situación.
Una característica conocida (según las señoras con escoba y ruleros) es que pueden aparecer en muchos lugares al mismo tiempo. Tampoco hay que buscarlos pues ellos (c/u por su lado) aparecen inesperadamente, no responden a un llamado.
Primeramente aparece él, impetuosamente, con una gran energía, cual tormenta. Eso sí: es muy voraz, necesita permanentemente alimento (aunque no es exquisito, come casi cualquier cosa). Si se lo mantiene a dieta cada vez más estricta puede irse, aunque hay casos que atestiguan lo contrario, afirmando que ha soportado largos tiempos de ayuno sin siquiera inmutarse...
Ella, en cambio, aparece de a poco, como no queriendo molestar a nadie. No tiene grandes requerimientos, pues no come y por lo general se acomoda en lugares muy pequeños, esperando su momento. Como es muy tímida, aguarda a que su hermano se retire para aparecer. Pueden pasar días, meses o años, pero casi con seguridad estará presente y solamente se retirará cuando él vuelva. Lo conoce, sabe que vendrá una vez más, pues nunca se aleja más de lo necesario. De hecho su hermano ha esperado en más de una oportunidad largo tiempo en la puerta de la casa, pero el dueño/a de la misma prefiere quedarse charlando con ella extensas temporadas, casi disfrutando de su visita.

A él lo llaman amor...

A ella, como sabemos, melancolía...

miércoles, 7 de octubre de 2009

Ella...

Como todo el mundo, salvo esos que no se sabe cómo pero tienen la sonrisa pegada en la cara (¿exceso de poxi? perhaps O_o), aveces me agarran ataques de melancolía. ¿Razones? Generalmente no las tengo, no todo tiene que tener un porqué - al menos inmediato-, pero logra ponerme en un estado apático sideral en el que quiero mandar a todo el mundo al diablo (en especial algún que otro "compañerito" de trabajo), amén de abusar de un humor cáustico y el cinismo aflora por los poros.
Sí, ya sé la regla básica de que "no hay que agarrársela con los demás etcetcetc", pero no lo puedo evitar, créanme. Calculo que debe ser un poco el tema cansancio, no sólo físico, sino también del otro, ese que no se cura con horas de sueño ni de cama (parafraseando a Joaquín).
Y como para completar la imagen (patética, todo hay que decirlo), el lunes mi amigo personal Juli (a) "Pacho" pone en el fb un link "youtubesco" (sic) de "Viernes 3 am " (en medley con "Eiti Leda"), en versión de C. A. García (a) "Charly" para el Unplugged de MTV, disco que yo tenía olvidadísimo entre las miles de cosas que he escuchado últimamente (entre populares y académicas).
No hace falta describir el estado lamentable en que me sumió! Para colmo, el amigo Charly antes de tocar dice (algo así como): "Por favor, lloren. ja! ". El sabía, en toda su locura, cuál era (es) la consecuencia de escucharla...

Viernes 3 am (Charly García)

"La fiebre de un sábado azul
y un domingo sin tristeza
Esquivas a tu corazón
y destrozas tu cabeza
Y en tu voz, solo un palido adiós
y el reloj en tu puño marcó
las tres.

El sueño de un sol y de un mar
y una vida peligrosa
cambiando lo amargo por miel
y gris ciudad por rosas
Te hace bien, tanto como hace mal
Te hace odiar, tanto como querer
y más.

Cambiaste de tiempo y de amor
y de musica y de ideas
cambiaste de sexo y de dios
de color y de frontera
pero en sí, nada mas cambiará
y un sensual abandono vendrá
y el fin.

Y llevas el caño a tu sien
apretando bien las muelas
y cierras los ojos y ves
todo el mar en primavera
Bang Bang Bang
Hojas muertas que caen
siempre igual
los que no pueden más
se van. "

martes, 6 de octubre de 2009

Llanto por Ignacio Sánchez Mejías (2° parte)

Continuando con las entregas de este grandísimo texto de Federico García Lorca, les acerco la segunda parte...


LA SANGRE DERRAMADA

¡Que no quiero verla!

Dile a la luna que venga,
que no quiero ver la sangre
de Ignacio sobre la arena.

¡Que no quiero verla!

La luna de par en par,
caballo de nubes quietas,
y la plaza gris del sueño
con sauces en las barreras

¡Que no quiero verla!

Que mi recuerdo se quema.
¡Avisad a los jazmines
con su blancura pequeña!

¡Que no quiero verla!

La vaca del viejo mundo
pasaba su triste lengua
sobre un hocico de sangres
derramadas en la arena,
y los toros de Guisando,
casi muerte y casi piedra,
mugieron como dos siglos
hartos de pisar la tierra.

No.

¡Que no quiero verla!

Por las gradas sube Ignacio
con toda su muerte a cuestas.
Buscaba el amanecer,
y el amanecer no era.
Busca su perfil seguro,
y el sueño lo desorienta.
Buscaba su hermoso cuerpo
y encontró su sangre abierta.
¡No me digáis que la vea!
No quiero sentir el chorro
cada vez con menos fuerza;
ese chorro que ilumina
los tendidos y se vuelca
sobre la pana y el cuero
de muchedumbre sedienta.
¡Quién me grita que me asome!
¡No me digáis que la vea!
No se cerraron sus ojos
cuando vio los cuernos cerca,
pero las madres terribles
levantaron la cabeza.
Y a través de las ganaderías,
hubo un aire de voces secretas
que gritaban a toros celestes,
mayorales de pálida niebla.
No hubo príncipe en Sevilla
que comparársele pueda,
ni espada como su espada,
ni corazón tan de veras.
Como un río de leones
su maravillosa fuerza,
y como un torso de mármol
su dibujada prudencia.
Aire de Roma andaluza
le doraba la cabeza
donde su risa era un nardo
de sal y de inteligencia.
¡Qué gran torero en la plaza!
¡Qué gran serrano en la sierra!
¡Qué blando con las espigas!
¡Qué duro con las espuelas!
¡Qué tierno con el rocío!
¡Qué deslumbrante en la feria!
¡Qué tremendo con las últimas
banderillas de tiniebla!
Pero ya duerme sin fin.
Ya los musgos y la hierba
abren con dedos seguros
la flor de su calavera.
Y su sangre ya viene cantando:
cantando por marismas y praderas,
resbalando por cuernos ateridos
vacilando sin alma por la niebla,
tropezando con miles de pezuñas
como una larga, oscura, triste lengua,
para formar un charco de agonía
junto al Guadalquivir de las estrellas.
¡Oh blanco muro de España!
¡Oh negro toro de pena!
¡Oh sangre dura de Ignacio!
¡Oh ruiseñor de sus venas!
No.

¡Que no quiero verla!

Que no hay cáliz que la contenga,
que no hay golondrinas que se la beban,
no hay escarcha de luz que la enfríe,
no hay canto ni diluvio de azucenas,
no hay cristal que la cubra de plata.
No.

¡Yo no quiero verla!