jueves, 8 de octubre de 2009

... y él (relato)

Es su hermano.

Me contaron una vez (no hace mucho) que los vieron juntos, mirándose fijamente sin emitir palabra. Este hecho llamó mucho la atención, ya que no son muchas las veces que los encuentra una misma persona en tal situación.
Una característica conocida (según las señoras con escoba y ruleros) es que pueden aparecer en muchos lugares al mismo tiempo. Tampoco hay que buscarlos pues ellos (c/u por su lado) aparecen inesperadamente, no responden a un llamado.
Primeramente aparece él, impetuosamente, con una gran energía, cual tormenta. Eso sí: es muy voraz, necesita permanentemente alimento (aunque no es exquisito, come casi cualquier cosa). Si se lo mantiene a dieta cada vez más estricta puede irse, aunque hay casos que atestiguan lo contrario, afirmando que ha soportado largos tiempos de ayuno sin siquiera inmutarse...
Ella, en cambio, aparece de a poco, como no queriendo molestar a nadie. No tiene grandes requerimientos, pues no come y por lo general se acomoda en lugares muy pequeños, esperando su momento. Como es muy tímida, aguarda a que su hermano se retire para aparecer. Pueden pasar días, meses o años, pero casi con seguridad estará presente y solamente se retirará cuando él vuelva. Lo conoce, sabe que vendrá una vez más, pues nunca se aleja más de lo necesario. De hecho su hermano ha esperado en más de una oportunidad largo tiempo en la puerta de la casa, pero el dueño/a de la misma prefiere quedarse charlando con ella extensas temporadas, casi disfrutando de su visita.

A él lo llaman amor...

A ella, como sabemos, melancolía...

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