sábado, 23 de marzo de 2013

Caminante sin pies ni camino... (Mi vida yo XVIII)

La verdad, estoy cansado. No sé de qué o quién, pero lo estoy. Me encuentro entre la angustia y el desgano que se debería (supuestamente) tener mucho más adelante, no a los 33 cumplidos recientemente. No veo objetivos cercanos, todo parece lejísimo, casi imposible de cumplir o por lo menos acercarse o mínimamente vislumbrar un "algo" al final del camino. No me encuentro en esta vida, cada vez veo más sinsabores. Quizás sea el hecho de sentirme inútil por este largo lapso (9 meses y pico) sin laburo, y lo más triste aún es que noto como lenta pero firmemente me va absorviendo la oscuridad, la noche, la cama, el no querer despertar, el desear dormir cada vez más para no tener que enfrentarme cada día a la realidad de que soy un paria -en un mundo lleno de parias-, pero paria al fin y al cabo. Joven para algunas cosas, pero viejo para otras. Para mucha gente ya no existís, para otros "estás verde, pibe", pero lo que no se  dan cuenta -y a larga yo lo termino tomando como natural- es que me están/estoy condenando al vacío, al hueco, al fondo del pozo.
Ya no le estoy encontrando sentido a muchas cosas de mi vida, y a las pocas que quiero aferrarme para, aunque sea a cuentagotas, tratar de salir y ver que todo no es tan terrible como lo pintan, por una razón u otra, de una manera u otra, se terminan deslizando más allá, como aquellas conocidas pesadillas en que por más que corras como desesperado estirando el brazo al máximo todo se aleja.
Hago, hago y hago cosas para no caer, intento todo lo que está a mi alcance para no perder esta vida, en la que ya me cuesta reconocerme como algo distinto de un fantasma en las calles de Buenos Aires... uno más, sin razones, sin sueños, sin nada.
Porque eso es lo que siento, que no tengo nada, y cuando digo nada esa nada soy yo, ese yo que se siente absolutamente incompleto y cayéndose a pedazos, que no está totalmente derrotado pero cada vez más le cuesta levantarse luego de un cross de un peso completo. Estoy (cada vez más) de rodillas, pidiendo un poco de paz, un momento de recuperación.

Así yo no puedo...



Pd: Y este post era el número 400 publicado. No estoy en mis mejores días, como es obvio. Es lo que (no) hay.

7 comentarios:

Miss Calceta dijo...

Vamos Gabrieliyo! Siempre (SIEMPRE) en la más absoluta oscuridad, aparece una luz tenue, algo que te alienta a seguir. No te me caigas, amigo. Estamos acá para ayudarte a salir

Gabriel I. dijo...

La verdad hoy no puedo con mi alma, Pacita. Cada vez todo me cuesta más...

Miss Calceta dijo...

Lo se, Gabyto, por eso estoy acá para aguantarte los trapos. Te quiero mucho, pibe. Arriba!

Lunática dijo...

Arriba el ánimo, Gabrielli!
Hay un relato anónimo que dice lo siguiente:

"Hubo una vez un rey que llamó a los sabios de la corte para darles un encargo:
- Me estoy fabricando un precioso anillo de oro con un gran diamante. Abajo del diamante, quiero guardar algún mensaje que me ayudará a mí y a todo hombre en los momentos difíciles de la vida. Obviamente, tiene que ser un mensaje pequeño para que quepa en el anillo.
Todos esos sabios eran grandes eruditos. Podrían haber escrito grandes tratados sobre cualquier tema. Así que, pusieron sus mentes a trabajar.
Durante un año, pensaban y debatían. Buscaban en todos sus libros. Consultaron a otros sabios en países lejanos. Pero no podían encontrar nada. Y tuvieron que reportar su falla al rey.
Cuando reportaban esto, estaba presente un anciano sirviente de la familia real quien intervino diciendo:
- Oh, Majestad, No tengo estudios, no soy un erudito, ni un académico. Pero creo tener lo que le servirá. Y el anciano místico escribió algo en un diminuto papel, lo dobló y se lo dio al rey, diciendo:
- Pero no lo leas ahora. Mantenlo escondido en el anillo. Ábrelo sólo cuando todo lo demás haya fracasado, cuando no encuentres salida a la situación.
Ese momento no tardó en llegar. El país fue invadido y el rey perdió el reino. Estaba huyendo en su caballo para salvar la vida y sus enemigos lo perseguían. Eran pocos sus seguidores y los perseguidores eran numerosos. Se sentía desesperado y al punto de rendirse.
De repente, se acordó del anillo. Sacó el papel y allí encontró su pequeño mensaje, lo que decía simplemente:
"ESTO TAMBIÉN PASARÁ"
Aquellas palabras le resultaron milagrosas. Le inspiraron nueva fe y coraje. Redobló sus esfuerzos y escapó. Al fin de un año, logró reunir a sus ejércitos y reconquistó el reino.
Y el día que entraba de nuevo victorioso en la capital, hubo una gran celebración en el palacio con música, bailes, comida, etc. El Rey presidía las festividades desde su trono, sintiéndose muy orgulloso de sí mismo.
El anciano místico se acercó y le dijo:
- Este momento también es adecuado: vuelve a mirar el mensaje.
- ¿Qué quieres decir? -preguntó el rey-. Ahora estoy victorioso; la gente celebra mi regreso; no estoy desesperado; no me encuentro en una situación sin salida.
El anciano respondió: - Ese mensaje no es sólo para situaciones desesperadas; también es para situaciones placenteras. No es sólo para cuando estás derrotado; también es para cuando te sientes victorioso.
El rey abrió el anillo y leyó el mensaje: "ESTO TAMBIÉN PASARA”.
El anciano le dijo: - TODO PASA. Ninguna cosa y ninguna emoción son permanentes. Todo viene y va como el día y la noche. Habrá momentos de alegría y momentos de tristeza. Acéptalos como parte de la dualidad de la vida; es la naturaleza misma de la existencia. "

Gabriel I. dijo...

Lunática, me hiciste acordar al famoso anillo de Don Julio Grondona con su leyenda "TODO PASA" y un tanto a la canción de Ismael a la que siempre hacemos referencia, la que habla de la fiesta a la que nadie se ha molestado en invitarlo.
Por lo pronto este fin de semana larguísimo casi literalmente HUÍ a Carlos Paz a ventilar la sesera volviendo ayer por la matina. Te digo en serio, estoy tan cansado de todo. Hago varias cosas, como seguir estudiando (último año de tecnicatura de admin de empresas), escribir mucho, cantar, mandar cv's a lo tonto todos los días, etc, pero la verdad estos casi 10 meses me cuesta pegarme la sonrisa a la cara y salir todos los días.

Un beso, Lunática!

Yoni Bigud dijo...

La idea es que ponga toda la energía en levantarse a la mañana. Después vamos viendo.

Un saludo.

Gabriel I. dijo...

Me gustó el "vamos viendo", Don Yoni. Ciertamente es como el encendido del autoccuando hay poca batería, una vez que arrancó se va midiendo hasta dónde acelerar y cuándo rebajar pero sin frenar nunca.

Un saludo y gracias por su comentario!