martes, 24 de noviembre de 2015

Y llegan los trenes, descargan cosas para irse más ligeritos...

... y se van.

Hace unos 10 años, a mi abuelo lo operaron a corazón abierto de la aorta abdominal que lo tenía a mal traer... y siguió lo más campante sus 82 abriles.
Hace tres, luego de una larga enfermedad (parkinson rígido) se fué mi abuela, compañera de toda la vida. El primer año fué un calvario para él, quien siempre en su actitud de ir hacia adelante -digno hijo de italianos- nos mostraba su sonrisa pero cada tanto, cuando no lo veíamos, moqueaba feo.
Más o menos desde ese momento empezó un lento declive que duró, justamente, tres años. Le empezaron a hacer mella esas enfermedades que, cuando uno es más joven tanta pelota no le da, pero una caída por allí, una neumonía por allá, insomnios recurrentes y por tanto poco descanso para ese corazón que funcionaba a un 25% desde hacía tanto tiempo.

Y sí, el domingo 15 de noviembre fué internado, desde el lunes quedó inconsciente y el miércoles a la noche tarde decidió descansar... eternamente.

Trabajador infatigable, familiero, artista... sí, músico desde los 9 años con un instrumento tan generoso como difícil que siguió tocando por 83 hasta poco tiempo antes de irse: el bandoneón. Formador de orquestas, docente, integrante de grupos de altísimo nivel técnico-musical, receptor de los más diversos galardones a nivel artístico y social tanto en su ciudad de origen -Punta Alta-, como en la región, Buenos Aires y el exterior. Desconocido para el gran público por su perfil bajísimo -casi subterráneo-, pero respetado al extremo por colegas como Piazzolla, Leopoldo Federico, Mariano Mores, Horacio Ferrer, la cantante Nora Roca y siguen las firmas interminablemente.

Cuando me preguntan si estoy triste por su partida, les digo que la verdad que no. El tipo dejó un legado ENORME a nivel musical y moral, llegando a ser reconocido con el Premio Domingo Faustino Sarmiento otorgado por el Senado de la Nación hace pocos años, además de homenajes brindados por SADAIC y demás organismos tanto públicos como privados.

De todas maneras, me parece oportuno recordarlo a él en su ambiente natural... un escenario con su amado instrumento. No como solista, ya que tanto no le gustaba, sino como parte de una orquesta. SU orquesta. Con ustedes, Antonio Volpe.

6 comentarios:

Lunática dijo...

Ay, Gastel...La pérdida de los abuelos siempre deja esa sensación constante de admiración. Te entiendo. Aplausos para él y que brille en la luz que no tiene fin.

Gabriel I. dijo...

Luna Lunera, no sé si es sensación, más bien diría realidad. Ojo, que conmigo tuvo unas cuantas agarradas por ser medio el rebelde de la familia, pero no por eso dejo de reconocerle que en algunos puntos tenía razón... y en otros no, pero ni ganas de discutirle jajaja Beso!

Bellarmina dijo...

Cuando alguien deja este tipo de legado, estas huellas imborrables en las personas que se quedan acá, significa que no se va a ir nunca. Y qué lindo es que puedas mantener vivo a tu abuelo a través de la memoria y los recuerdos.
No soy fan de este tipo de música pero, de verdad, me removió cosas escuchar la música del video.

Un abrazo!

Gabriel I. dijo...

P: Lindo nick, debía decirlo:) Perdón por la demora en responder, estuve de aquí para allí estos meses. Con respecto al post, es la historia de siempre: la persona existe (y todo lo que conlleva) si se la recuerda. Es como lo del árbol si se cae en un bosque que nadie oye.
Me alegra que, aún no siendo tu género preferido, te hayas tomado el tiempo para escucharlo. Saludos!

JLO dijo...

Mas allá de su vida pública era tu abuelo, ya con eso basta para recordarlo... El mío no tiene galardones, pero si el mismo sentimiento de orgullo que vos con el tuyo... Saludos...

Gabriel I. dijo...

JLO, mucho gusto! Quizás sea que uno de apoco se va poniendo más viejo, pero empezás a ver las cosas de otra manera, a entender un montón de hechos, situaciones y circunstancias que -quizás- uno antes puso en duda o no le daba bola por la cotidianeidad. No sé si es orgullo por su vida pública, sino respeto por cómo supo equilibrarla con la vida privada.
Abrazo!