miércoles, 23 de septiembre de 2015

Mi vida yo XXXI

Esta vez, de todo un poco.

Resulta que el fin de semana pasado canté en dos lados (salieron muy lindos, repito uno de los espectáculos este sábado) e invité a P. (sí, la del post anterior) por whatsapp, mandándole el folleto y con una posdata de:

te puedo p***** mucho mucho, pero igual te quiero.

Es decir, después de todo, seguís siendo mi amiga aunque no esté para nada de acuerdo con tus acciones (sí, soy un b***** sentimental, ya lo sé)

Respuesta:

Por ahí voy
Y no, no fui yo exactamente la que más se enojó con la p******.


Mi respuesta:



Claramente no le respondí. Por qué? Porque NO ENTENDIÓ NADA. A mí no me importa que se enoje otra gente, sino que ella reaccione. Me da lo mismo si me dice de todo, se larga a llorar o lo que fuere, mientras sea ELLA. En esta cuestión, ella misma es su principal problema y no se da cuenta (o no quiere, que para el caso "seguál", diría Minguito). A los de afuera (cualquiera de su entorno) nadie les dió vela en este entierro, como dice el refrán.

Y qué pasó con la invitación?

Por supuesto, no vino.

(los asteriscos en los insultos es porque no tenía ganas de escribirlos completitos)

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