viernes, 14 de octubre de 2011

Una eternidad esperé este instante...

Se asomó a la ventana corriendo la cortina.

Era un momento como cualquier otro en que vehículos pasaban por la calle deteniéndose lo mínimo indispensable marcado por el semáforo que se encontraba pocos metros más allá. Podría decirse que era la típica depresión post noche agitada mientras ella aún seguía en la cama bajo las sábanas un tanto arrugadas. Así es, no fué como todas las veces anteriores en que cada encuentro era furtivo, con urgencias y por eso (quizás) con cierto dejo de violencia y falta de control. Que el beso, la ropa, la caricia, tocar, sentir... sentir... todo lento, suave hasta el final.

Y de golpe empezó a recordar cuando se conocieron. Imágenes ya un tanto difusas se suceden en su mente: currículums, teléfonos, entrevistas, teléfonos, teléfonos... cuando un impulso lo lleva romper el código implícito de los amantes y decide abrir su cartera, busca su celular y encuentra la foto, el mensaje, el adiós, la pregunta, el pedido... la aceptación.

Instantes después de abrir la ventana se escucha la alarma de un auto y gritos. Ella nunca lo supo...


...nunca despertó.

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