viernes, 13 de mayo de 2011

Sin título 12 (tercera y última entrega del relato)

(originado en Sin título 10 y continuado en Sin título 11)

"(...) El cansancio y la necesidad de abrigo por el empape de la cabeza a los pies (y viceversa) obligó a mi instinto en su apartado "no molestar a desconocidos" a hacerse a un lado y tocar el timbre. Lo hice, apretando ligeramente el pulsador, casi como esperando que nadie lo oyera.

Se escuchan unos pasos irregulares, como de alguien con bastón o un taco acercándose a la puerta. Un ruido de búsqueda de llaves, puesta en la cerradura, girar el tambor, bajar la perilla y un crujido anticipa la apertura de la puerta, confirmada instantáneamente.

La mujer de los cabellos pegados al rostro se mostraba frente a mí, tal cual la había dejado en el taxi un rato antes. Me mira, los ojos se le llenan de melancolía, su piel se agrieta, se ponen grises sus cabellos, se encorva, cae al suelo... y se convierte en polvo, inmediatamente esparcido por el viento.

Ingresé a la casa, coloqué un disco de Sinatra ("That's life" ) en el equipo de música, corté unas nomeolvides de su jardín, apagué las luces y cerré la puerta, dejando las flores en el umbral. La noche se había despejado, mostrando a las estrellas en todo su esplendor, mas una de ellas brillaba más fuertemente que las otras.

No pude menos que sonreír."



FIN.

2 comentarios:

Reina dijo...

Linda historia...
Toma el desenlace con resignación... hay que seguir...
Me gustó...!

Gabriel I. dijo...

No es resignación, sino que a pesar de todo siempre estará presente acompañando, de una u otra manera. ;-)

Gracias :-D